martes, 22 de septiembre de 2009

El hambre del poeta

Como un antiguo bardo iluminado
presiono con paciente desatino,
ingenio y condición, aunque el destino
humilde de cantor me ha abandonado.

A tientas voy, hurgando en un sendero
cálido por momentos, luego yerto
y poco a poco intuyo de lo muerto
del verso que se amasa placentero.

Reprimo, sacudo a mi conciencia
para apartar tu imagen con violencia;
más cuando notó el alma que partía

con idéntica fuerza su tormento,
desterró para siempre la apatía
dando un pobre soneto por contento.